Andrés Avelino Cáceres Dorregaray

Andrés Avelino Cáceres Dorregaray nació en Ayacucho, 4 de febrero de 1833, fue un militar y político peruano que luchó en la Guerra del Pacífico y fue Presidente Constitucional del Perú en dos ocasiones: de 1886 a 1890 y de 1894 a 1895. Hablaba español y quechua, por lo que tuvo gran influencia sobre la población indígena de su país.

Ingresó muy joven en el ejército y tomó parte en varios de los enfrentamientos civiles de la época al servicio de Ramón Castilla. Ascendido a capitán, Andrés Avelino Cáceres acudió a la frontera cuando estalló la guerra con el Ecuador. Durante el gobierno del general Pezet fue desterrado a Chile por su oposición al presidente; cuando le fue permitido regresar al país, apoyó el golpe de Estado de Mariano Ignacio Prado y participó en el Combate del Callao o del 2 de mayo de 1866, en el que Perú derrotó a la flota española.

Andrés Avelino Cáceres Dorregaray también es conocido también como «El Brujo de los Andes», por su heroica resistencia a los invasores chilenos.

Contenido

Primer gobierno (1886-1890)

Andrés Avelino Cáceres asumió el mando el 3 de junio de 1886. Su mandato (de cuatro años, según la Constitución de 1860) significó la liquidación de la situación caótica originada por la guerra y a la vez el restablecimiento de la paz interna. Fue entonces cuando se sentaron las bases de la Reconstrucción Nacional.

En lo que respecta a la política interna, Andrés Avelino Cáceres gobernó con el apoyo de su partido, el Constitucional (integrado por sus amigos y partidarios), así como del Partido Civil. El Partido Demócrata no lo apoyó, pero tampoco le hizo oposición, porque según declaración de su jefe Nicolás de Piérola, la nación necesitaba paz para la reconstrucción, aunque ya al finalizar el gobierno, Piérola sería apresado. Una característica de este régimen fue la inestabilidad ministerial (hubo en total diez consejos de ministros) debido a la amenaza de censura aplicada destempladamente por una minoría parlamentaria, de tendencia liberal, que también obstruyó por mucho tiempo la aprobación de importantes medidas, como la firma del Contrato Grace, por lo que acabó por ser expulsada del Parlamento y reemplazada.

Un acontecimiento importante fue el discurso de Manuel González Prada en el Teatro Politeama en 1888, en el que expresó una crítica feroz al pasado republicano y sus líderes, entre ellos Andrés Avelino Cáceres, y reveló su profundo espíritu antichileno. Una frase de este discurso se ha mantenido en la memoria de los peruanos: ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!. González Prada fundó el partido Unión Nacional, que se constituyó en la extrema izquierda del espectro político de entonces.

Punto trágico de este gobierno fue el sometimiento de las guerrillas campesinas indígenas en armas desde la Guerra con Chile, y que se oponían a volver al control de los terratenientes blancos. Andrés Avelino Cáceres envió contra ellos a las tropas del nuevo ejército peruano, los cuales derrotaron a los rebeldes, los mismos que hacía pocos años atrás habían sido «breñeros» al lado de Cáceres.

Segundo gobierno (1894-1895)

Andrés Avelino Cáceres retornó en 1894, cuando finalizaba el gobierno de Morales Bermúdez, iniciando entonces su campaña electoral para volver a la presidencia. Contaba naturalmente con el apoyo del gobierno. Pero el 23 de marzo de ese año Morales Bermúdez enfermó gravemente y dejó de gobernar; según la Constitución debía asumir el mando el primer vicepresidente Pedro Alejandrino del Solar, pero el Consejo de Ministros no quiso entregarle el poder, ya que Del Solar no le inspiraba confianza, pues se había mostrado contrario al apoyo gobiernista hacia la candidatura de Andrés Avelino Cáceres.

Remigio Morales Bermúdez falleció el 1 de abril, día en que coincidentemente debía celebrarse las elecciones para elegir a su sucesor, las cuales fueron suspendidas. Los caceristas presionaron para que el mando provisional fuera transferido al segundo vicepresidente, Justiniano Borgoño. Así se hizo y la misión del nuevo mandatario era convocar a nuevas elecciones. Pero Borgoño, además de la elección del Presidente, dispuso que se renovara totalmente el Congreso, argumentando que su composición no era representativa y que no gozaba de ninguna autoridad ni prestigio. Esto constituía un acto inconstitucional pues solo se podía renovar el Congreso por tercios. En realidad, Borgoño buscaba allanar el camino para la elección de su líder, el general Andrés Avelino Cáceres. Este, contando con el apoyo de todo el aparato gobiernista, triunfó y asumió el poder el 10 de agosto de 1894.

Post presidencia

Luego de vivir en Buenos Aires de 1895 a 1899, Andrés Avelino Cáceres regresó al Perú y residió en Tacna y Arica. Como jefe del Partido Constitucional tuvo injerencia en la política nacional durante la llamada República Aristocrática. Fue ministro plenipotenciario en Italia (1905-1909) y Alemania (1911-1914) y, de vuelta una vez más en el Perú, presidió la convención de partidos que en 1915 designó a José Pardo y Barreda como candidato a la presidencia de la República. Pero desde 1918 conspiró contra este gobernante y apoyó el golpe de estado de Augusto Bernardino Leguía, que ocurrió el 4 de julio de 1919.

Últimos años de Andrés Avelino Cáceres

En 1900 es elegido senador por el Callao y se dedica a la diplomacia. En reconocimiento a su gloriosa participación en la Campaña de La Breña, fue ascendido al grado de Gran Mariscal del Perú por ley Nº 4009.

Sus últimos días los vivió retirado en el balneario de Ancón donde falleció un 10 de octubre de 1923. Su muerte y entierro dieron lugar a toda una jornada de duelo nacional.

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